Asideros del abismo

Asideros del abismo
Robert Crumb

miércoles, 27 de marzo de 2013

El miedo



El miedo

El miedo está cercando las paredes
del cuarto en que el insomnio me captura
por no sé ya cuál vez consecutiva
y no puede tardar en presentarse

(la espuma que le brota de sus fauces
provoca filtraciones en el techo
y hay un fulgor de azufre en su mirada
capaz de hacer traslúcido el tabique):

por más que me persigne (encomendado
a un dios que se supone omnipotente
-tras cuya prescripción la luz se hizo-)

presiento que es inútil, no me sirve
rezar para que acabe con la noche
(mañana, al despertar llorando, el día

habrá parido un sol nacido muerto).

jueves, 21 de marzo de 2013

Ni se nota


Ni se nota

Pero si no se nota, te decían:
y en un fatal intento de arreglarlo
te hacían a traición otro simétrico
que sólo duplicaba la catástrofe.

Seguro que te crecerá enseguida.
Y crecería: pero no lo rápido
que tú querías -porque, en diez minutos,
tenías que salir con una diosa-.

Así me sientan los tijeretazos
que me das en el alma -trasquilones
del corazón cortándome las venas-

cuando administras, como un turbio médico
(el tiempo -dices hoy- todo lo cura)
del siglo dieciséis, una sangría

que acaba con la vida del paciente.

viernes, 15 de marzo de 2013

Así


Así

Lo mismo que si alguien
se hubiera divertido propinándote
siete palizas
por dentro
rompiendo los cristales
de tus huesos
para violarte el máximo
de músculos posibles con los vidrios
sin cortarse.

La piel -quizá el ratón- de la serpiente.

Igual que si no fuera una metáfora.

jueves, 7 de marzo de 2013

Desidia



Desidia

No sé qué pasa: es otra vez la misma
confusa sensación de angustia incierta
(que nada me va bien y que tampoco
me vaya mal -si soy estricto- nada).

Quizá si ajusto diestro el microscopio
podré localizar el punto exacto
en el que se origina el malestar:
el foco de infección de la desidia

-no deja de llover esta semana
y la humedad se ceba en mis lumbares
o alguna otra memez psicosomática-

endémica que apenas me permite
salir -conmigo a cuestas- de la cama
(lo mismo -y tan distinto ¿lo recuerdas?-

que cuando te dejaba aquí durmiendo).