Rozando hasta el ridículo lo cursi
Deserto -perra guerra-, derrengado
-los restos de mi ruina entre los dedos-,
reniego, herido, a rastras, me retiro,
royéndome el rencor por las entrañas.
Retorno a mi rincón de resistencia
y aguardarás, radiante, a que regrese
-arrópame entre arrullos, ronroneos-
para recomponerme con tu abrazo.
Te quiero, corazón, voy desbastando
las partes más abruptas de estos versos
para expresar mi amor en esta estrofa:
Te quiero hasta las veces -más bien pocas-
que, no estando mi boca a tu servicio,
me callo tantas formas de decirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario