A modo de disculpa avergonzada
Nos hemos hecho mucho, tanto daño.
Tendría que llamar para pedirte
perdón, consuelo, amor, partir de cero,
volver a equivocarnos si hace falta.
Decirte que hace tiempo que no puedo
seguir pensando en ti sin que me duela
-la piedra en el zapato del cerebro-
y no te sé sacar de mi cabeza,
que pesa como el plomo la hojarasca
de páginas que caen del calendario
inútil -porque el tiempo se ha parado-.
Tendría que llamar, decirte, verte,
lanzarme y no esperar que te decidas,
tragar orgullo y dar el primer paso:
oriéntame este barco a la deriva.
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