martes, 16 de agosto de 2011
Estampa
Estampa
Después de amanecer, sobre la arena,
desnudos como Dios nos trajo al mundo,
curadas con la sal nuestras heridas,
perdida en la del mar mi espuma blanca,
sin nada ya que hacer más que el payaso
-quise intentar el pino, lo talaste
y al derribar mi cuerpo contra el tuyo
el agua se quedó esta vez mirando-;
no sé explicar por qué, lo cierto es que hubo
algo que se rompió en mi pensamiento
como una copa del cristal más caro:
tras el último juego te abrazaste
a mí mientras las ondas expandiéndose
ensanchaban tu amor ya rebosante,
yo pensaba en la piedra que se hundía.
Publicado por
Raúl Sánchez
en
12:43
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Etiquetas:
Poemas,
Soneto blanco
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