Hai-kú

Hai-kú


Cambia el billete
de vuelta y me regala
gloria en la prórroga.

Hai-kú

Hai-kú


'Vivir del aire'...
¡Qué sabios, los poetas!:
Lo venderemos.

Tómate tiempo

Tómate tiempo

No me dejes así, perdido y solo
-en casa y con seiscientos invitados-:
sufro de inanición y estoy sin víveres
-repletos almacenes y neveras-.

Sabes que soy paciente, equilibrado,
capaz de controlar mis emociones
-nada que no disuelva, en parte, el bálsamo
de un diazepán debajo de la lengua-.

No quiero atosigar, tómate tiempo
-vuela, teletranspórtate, tropieza
contra un sofá en tu casa y cae en la mía-

llama sólo si ves que te apetece
-quedan tres cortos días para vernos:
yo te puedo esperar aquí mirando

este puto reloj que nunca avanza-.

Hai-kú

Hai-kú

Cuenta bancaria
menstruando puntual:
números rojos.

Amor: Adiós

Amor: Adiós

Amor: adios. No supe retenerte.
Buscabas, animosa, que brotara
semilla que sembraste de cariño
y yo agosté entre ruegos y amenazas.

Te tuve aquí, a mi alcance -áurea certeza
onírica que el alba desvanece
(suena el despertador: no se me olvide
la estricta obligación de no quererte)-.

Adíos, amor, me voy, no te despidas:
esquiva mientras puedas la catástrofe
sin frenos, cuesta abajo, esta avalancha

llevándose rastrojos y cosecha
¿Cómo expresarlo usando otras palabras
si ocurre hasta el hartazgo, siempre idéntico?:

Ahora que no estás te echo de menos.

Hai-kú

Hai-kú

Fausto descansa:
Mefisto ya no puede
ni con su alma.

A qué esperaba

A qué esperaba

¿Dónde estabas amor -radiante sombra
de la sombra que, oscura, proyectaban
los rescoldos de un sol ya consumido
cada vez que una noche amanecía-?

¿Dónde estabas ayer? ¿Y hace mil años?
¿Dónde todo este tiempo de retraso
hasta poner a cero los cronómetros
con el beso que dio el pistoletazo?

¿Dónde estarás después si en un descuido
tropiezo contra el mundo y me rezago
soltándome -qué abismo- de tu mano?

¿Y yo entonces que haré? ¿Quedarme quieto?
¿Expuesto a que me alcance mi pasado
o pases por mi lado y te eche el alto:

tren que me ignores fuera de servicio?

Hai-kú

Hai-kú

Qué tristes suenan
mis llaves sin tu voz
que inste a sacarlas.

Satisfecho

Satisfecho

Estaba desvelado, tú dormías
-mi sexo descansando entre tus nalgas,
mis manos engarzadas a tus pechos,
mis piernas con las tuyas como molde-

y yo no era capaz de retirar
mi brazo -aunque tuvieran que amputarlo-
del hueco entre tu cuello y el colchón
no fueras a asustarte y despertaras.

Mirándote a la nuca no anhelaba
en ese mismo instante ya ser nadie
distinto de quien soy y de quien quieres

a no ser -si me niegan la existencia-
un dios modesto que nos observara
contento y satisfecho de su obra.