Asideros del abismo

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Robert Crumb

sábado, 13 de abril de 2013

Para Antonio Machado en Colliure (por encargo de una amiga)



Para Antonio Machado en Colliure (por encargo de una amiga)

Me piden, don Antonio, que le escriba un poema
-me lo pide una amiga que aprecio de verdad-
para que se lo deje a modo de diadema
coronando su lecho ¿contra su voluntad?

Quiero pensar que no, que no le ofendería
que -igual que en aquel juego- un humilde papel
envolviera la piedra y venciera a la fría
losa que le sepulta de manera cruel.

Le pido comprensión -pues sé que usted la tiene-
e incluso un poco de esa condescendencia suya
-sincera, deferente- que a día de hoy nos viene
igual de bien que en tiempos de aquella infame bulla.

Me gustaría hacerle a modo de homenaje
(también -no se le olvide- a mi apreciada amiga)
unos versos sencillos: que el resultado encaje,
más mal que bien, en su obra -seguirle como a auriga-.

Ignoro en qué sentido de la palabra bueno
he sido bueno -trato de mejorar, no obstante-:
en la estrecha medida de lo posible, estreno
-ya que traje no puedo- sonrisa hasta que aguante.

En fín, sobre política, permítame que no hable:
seguimos a la gresca, no dando pie con bola.
¿Hermanos como usted y don Manuel?: el sable
del capitán espera igual que la pistola.

Me quedo con sus plumas y empuño aquí la mía
que espero que se junte al modo mosquetero
-tercera y triste españa- con las suyas un día
raso sin darme tiempo para decir: me muero.

Le dejo, don Antonio, que a veces me parece
que estoy hablando solo -y Dios no sé si escucha-:
recuerdos de mi amiga, que es la que se merece
sus gracias -yo he exprimido mi habilidad: no mucha-.

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