miércoles, 13 de abril de 2011
¿Qué si no?
¿Qué si no?
La mano al corazón, séte sincera,
¿Qué esperabas de mi en algo distinto
a esta forma de obviar las consecuencias
y escapar con lo puesto cuando acechan
(decir que voy a ver qué es lo que pasa
y no volver -como esa profesora
que abondonó al oir la alarma el aula
tras sospechar que no era un simulacro-),
si nunca te oculté mis intenciones
-mi turbiedad rebrota transparente,
mis ojos al nacer no eran tan negros-,
si al fin y al cabo sólo soy un hombre
descendiente de Adán: ese acusica
que delegó su culpa 'ha sido Eva'
con restos de manzana entre los dientes?
Publicado por
Raúl Sánchez
en
19:44
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Etiquetas:
Domenichino,
Poemas,
Soneto blanco
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