Laberinto minado
Yo buscaba salir del laberinto:
llegué a poner en órbita satélites
para observar sus muros desde arriba
y cartografiar mi itinerario.
Despacio y buena letra: chino, chano.
¿Quién iba a sospechar que el hilo mágico
-olvida el GPS me dijiste-
lo iba a tender el mismo minotauro,
y que ibas a ser tú -falsa Ariadna-
la causa del alud que nos arrastra
rodando en este ovillo que se expande
por esta sucesión de atolladeros
que encima ahora los dioses han minado
volviéndolo uno de esos laberintos
salpicado de guas de nuestra infancia?
Desterrado en el claustro de la Nave (hermoso nombre para una biblioteca), sin sitio para mí -a quién se le ocurre aparecer por aquí a las doce-, (h)ojeo tus poemas desde el portátil. Me gusta particularmente este del laberinto. ¡Quién fuera Ícaro pero con materiales de pegado termorresistentes! :-D Un abrazo.
ResponderEliminarÍcaro, David, tenía que haber hecho como los del chiste: ir al sol de noche...
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte David!
(Buen endecasílabo además el de la biblio de la Nau...'Desterrado en el claustro de la nave': Borges hubiera sacado un soneto de ahí fijo).
Y muchísimas gracias por pasarte!